El día de antes de Nochevieja aun no teníamos muy claro dónde íbamos a pasar esa última noche del año.
Sí sabíamos que queríamos estar los cuatro juntos (pocas veces tenemos la oportunidad) y a ser posible cerca de Pedraza, en Segovia. Una de esas cosas que quieres hacer en la vida
(cada una, sus manías)
Por una de esas cosas que siempre pasan, gracias Universo, habían anulado una habitación abuhardillada de última hora en La Tejera de Fausto, muy cerca de Pedraza. El sitio tan bonito, el comedor tan acogedor, las salas con chimenea, la atención de 10, la cena campestre, espectacular y el entorno…Qué voy a decir del entorno?
Pedraza, uno de los lugares donde perderse en este mundo, de noche, caminando solos entre sus calles…parecía un pueblito de un Belén. Sin cámara y disfrutando de nuestras conversaciones y del ABSOLUTO silencio.
La perfección existe.
De ahí a cenar y a pasar una de las Nocheviejas más familiares y tranquilas y memorables de nuestras vidas.
Al día siguiente otro paseo de Año nuevo, casi vacío, un lujo muy pocas veces conseguible…
Desde Pedraza un recorrido por Torrecaballeros, Cabanillas del Monte, La Granja de San Idelfonso.
(que bonita, no la recordaba ya, tanto tiempo hacía!…Caí muertade amor con el Parador)
Y parada y fonda en Segovia, a la que tanto quiero.
Un paseo hasta La Vera Cruz, unas tapas en Jose María, que para cochinillo ya no daba el cuerpo…
Un paseo por el centro, visitar a nuestra querida Olivia en la Calle Velarde, que tenía cerrado como es de rigor…
¿Qué más se puede pedir?
Esto es la Felicidad.
mart a.