El día anterior a la boda de J&C,Vitalina (rusa ella) y David (antiguo alumno mío él, mira la vida que curiosa es) iban a casarse a las siete de la tarde al aire libre.
Sería una ceremonia sencilla, en verde, blanco y oro, de botellitas suspendidas con fresias de la pérgola de madera del jardín, una tela blanca con caida para dar sombra a los novios y pequeñas matrioskas añadiendo un puntito ruso al asunto.
Pero el tiempo insistía en que a esa hora la tormenta iba a ser tan explosiva que no merecía la pena arriesgarse.
Así que para pena nuestra y de Vitalina, la ceremonia tuvo que montarse dentro de la “pajarera” de cristal (en esta ocasión, al contrario que al día siguiente, estuvimos desde por la mañana temprano lanzando plegarias para que lloviera de manera ciclogenésicamente huracanada para que el disgusto y la improvisación fuera por algo :0)
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En la mesa de ceremonias varias frascas conteniendo arena rusa y española para juntar durante el rito de la arena, símbolo de lo que una vez unido es difícil de separar.
Teníamos previsto colocar en el jardín un espacio para sofocar el calor, ilusos, con programas de la ceremonia tipo pai pai en ruso y español para ellas y gafas de sol para ellos, y con pomperos de pompas de jabón que los novios querían al final en vez del típico arroz.
También estaba prevista una mesa de refrescos y el protocolo o seatting en medio de los pinos…
Al final hubo que distribuirlo por el interior dadas las previsiones, pero todo salió sencillo, blanco, verde, oro, con matrioskas…y con las puertas abiertas de par en par resultó como en pleno jardín!
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El sol al final fue por libre y lució esplendoroso a la hora prevista, vistiendo la pajarera de una luz increible y mágica.Y todo el mundo feliz.
Así tenía que ser. Y así fue.
El resto…próximamente
mart a.