Joanna tenía muy claro desde el principio qué quería para su gran día B.
Las invitaciones ya avanzaban que tiraríamos para el monte (figurada y literalmente hablando).
El lugar para celebrar la ceremonia y el cóctel posterior sería Villatoro, el pueblo natal de Carlos y que tanto me gusta.
Un estilo marcadamente rústico, con alpacas de heno como asiento, espigas y olivo recolectado por la familia, craspedias, paniculata, botellitas de cristal, cestos, troncos de madera, el protocolo con flores en la rama de espino que me buscó Carlos, las bolsitas kraft y las etiquetas que preparé y en las que la novia puso los regalos para sus invitadas, las letras de madera y los carteles que les hizo su amigo, arpillera, lino, meseros hechos a medida con nombres de calles de Madrid de donde es Joanna, velas, musgo…
En fin, como estar en casa.
Si añadimos cómo se volcó esa mañana la familia, el lugar tan mágico que es La Torre del Mayorazgo y la música sonando de fondo mientras montábamos: el Paraíso.
Verdad…estuvo amenazando el cielo con caerse a saco todo el día (si viene por Villatoro, aquí ya se sabe) pero soplamos una sentida y recurrente plegaria que sujetó la lluvia y trajo un
final feliz.
mart a.
Ceremonia y cóctel:La Torre del Mayorazgo.
Cena:Hotel Cuatro Postes.
Flores frescas y detalle del coche: Monceau Fleurs
Y las suculentas?
En nada os lo cuento…